Crónicas
Desafiando a la realidad desde un plano surrealista, una mujer se dobla sin quebrarse sobre las tablas de un escenario. Atravesada por las energías cíclicas de lo humano, lo vegetal y lo animal, se aprovecha del arte y su magia para confundirse con el mismo aire y destrozar la frivolidad del ambiente, generando entonces un nuevo universo guiado solamente por las fuerzas naturales.
Texto: Inés Az / Fotografía: Maru Ja - Especial para El Corán y el Termotanque
“La belleza será convulsiva o no será”- André Breton
La tarde del domingo se empieza a escapar a la hora prevista en el centro de Rosario. El calor deja ya de sorprendernos en la ochava cultural de calle Entre Ríos y San Lorenzo. Faltan algunos minutos para anunciarnos. Igual, afuera no hay mucho que hacer, así que preferimos entrar y empaparnos con aromas de café que circulan de mesa en mesa en el bar La Sede para completar los minutos faltantes.
Ya empezaba a percibir que “Semilla del aire” es una obra concurrida en su mayoría por un público femenino de carteras y rostros curiosos. Nosotras y tantas mujeres más, formamos una fila india, algo irregular por las diversas alturas y puntualidades.
Organizándonos de a poco para la función que vendría, ya se escuchaba (de un hemisferio al otro) el nombre de Alejandra Valdez. Hasta el momento solo sabía que era bailarina e intérprete. Cada una de las mujeres sumaba adjetivos estimulantes referidos a la belleza de Alejandra, piel trigueña y mirada felina como si fuera una mezcla de india, y gitana. También se habló de Alicia Boggian (Directora de la performance) haciéndose hincapié en los seminarios que había dictado en Rosario deviniendo de su formación en danza Butoh, teatro antropológico y técnicas de conciencia corporal contemporáneas.
Los comentarios se repitieron un poco más, hasta que la recepcionista nos entregó el papelito azul (nuestro pasaporte al subsuelo). Bajamos las escaleras, atravesando voces pop en la antesala, pero aun así nada logró distraer al público. Caminamos rápidamente por el pasillo y nos ubicarnos en las primeras butacas bordó de la Sala Cultural. Las luces estaban muy bajas; prácticamente se veía nada, salvo una mujer en el centro de la oscuridad, agachada con la espalda descubierta, mientras la música sonaba como gotas repicando en el suelo.
La función comenzaba: dos manos se multiplicaban lentamente .De cada dedo surgía una rama. La inmovilidad se quebraba y aparecía el movimiento. El viento era generoso y fecundaba una especie de alquimia cósmica. La transmutación del cuerpo es inseparable al Alma. El agua subiendo del pozo, es otro elemento además del viento que sigue soplando. La imagen y el movimiento cambian, el agua dispara en canto, silbo y rezo.
La búsqueda de la integración de diferentes lenguajes artísticos pone de manifiesto la correspondencia entre el teatro y la danza, ambas se unen para ser partículas milenarias de un mundo infinito. Cada gesto, cada empeine que se dobla, construyen un lenguaje corporal.
La búsqueda de la integración de diferentes lenguajes artísticos pone de manifiesto la correspondencia entre el teatro y la danza, ambas se unen para ser partículas milenarias de un mundo infinito. Cada gesto, cada empeine que se dobla, construyen un lenguaje corporal.
“Semilla del aire” es una obra de belleza convulsiva y revoltosa, que transcurre en un mismo espacio y un mismo tiempo. La performance ofrece un misterioso recorrido sin distancias.
“La partícula cósmica que navega en mi sangre
Es un mundo infinito de fuerzas siderales.
Es un mundo infinito de fuerzas siderales.
Vino a mí tras un largo camino de milenios
cuando, tal vez, fui arena para los pies del aire...”
Atahualpa Yupanqui
https://www.youtube.com/watch?v=7J8enCUGHm0